La deuda pública de México, medida como el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP), ha crecido en los últimos años. Al cierre del tercer trimestre de 2024 (últimos datos oficiales detallados disponibles), alcanzó 16.73 billones de pesos, equivalentes al 49.3% del PIB, según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Para el cierre de 2024, Hacienda estimó que subiría a 17.43 billones de pesos, o 51.4% del PIB, el nivel más alto en décadas.
Proyecciones para 2025 indican que la deuda podría seguir aumentando. La Ley de Ingresos de la Federación 2025, aprobada en noviembre de 2024, autoriza un endeudamiento neto interno de hasta 1.58 billones de pesos y externo de 15,500 millones de dólares, lo que podría llevar el saldo total a unos 18.3 billones de pesos, dependiendo del crecimiento económico y el tipo de cambio. Algunos analistas, como BBVA Research, sugieren que, sin ajustes fiscales significativos, la deuda podría acercarse al 60% del PIB para 2030.
El costo financiero de esta deuda también es un tema clave. En 2024, se estima en 1.2 billones de pesos (3.7% del PIB), y para 2025 se proyecta que suba a 1.4 billones (3.8% del PIB), superando el gasto en inversión física (2.8% del PIB). Esto significa que México gastará más en intereses que en infraestructura, algo que preocupa a economistas.
¿Por qué ha crecido? Factores como el déficit fiscal (5.7% del PIB en 2024), el gasto en programas sociales y el apoyo a Pemex (que tiene una deuda externa significativa) han impulsado el endeudamiento. Sin embargo, Hacienda sostiene que sigue siendo sostenible, y México mantiene su grado de inversión con agencias calificadoras.
